6.11.2006


Diminuto se aproxima (cosquillas en el ombligo).

Acaricia los labios (la espalda se estremece) .

Bebe del cáliz y se embriaga (suspiros).

Juguetea casi indiferente entre el cuello (el cuerpo se debilita).

Da la vuelta y se marcha complacido, de comprender el infinito poder de un beso.




(Sentada disfruto del recuerdo)



(Fot: Lilya corneli)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sigo buscando a la que vuela, oprimiendo el botón para ver si cae, o planea. No sé a ciencia cierta si ma da lo mismo que tenga una nariz que bien pueda ganar un concurso de zanahorias o si tenga los senos como pasas; apenas si sé que estoy buscando.
Por lo pronto he borrado -de nuevo- todos los post de inmundo y mundanito blog, con la esperanza de encontrar la calma fabricando tormentas.
Lo que otros encuentran en un beso, yo lo he tenido que armar a base de palabras; lo que otro sienten con caricias, yo lo he tenido que sentir con letras. Supóngome que algún día conoceré a "la que vuela", o "al que vuela", o a "lo que vuela"; supóngome que la, lo, le reconoceré en algún momento... ojalá y no suceda muy tarde.