3.30.2006


Así decía: como cuando te dije que estaría para siempre, quería decir... que no estaría aquí para siempre…
Tanta nostalgia en las frases, tanta poesía en el suspiro, sus cuerpos transitaban por las agonías y desataban el llanto, este llanto! caprichoso, esta crepuscular dimensión de liquida anatomía, el perfecto ángulo que define la imperfecta motricidad en las uñas.
Si es que acaso la contemplación de de la danza me sigue dando las pulsaciones, ¿Qué seria de mi vida sin la danza? Acaso insomne caminaría… acaso existe perfecta vibración dentro de el alma? son los pasos, es la respiración que aguda se conjuga en ocho tiempos, lame mi pelo y besa mi frente, doce pasos en dirección a la armonía, para concluir.
Las heridas sangran…
La sangre se seca, la lengua no, los doce pasos suelen dividirse, multiplicarse, conjugarse… las heridas duelen hasta que la sangre deja de brotar.
Ocho tiempos son la infinita matemática en distorsión y al servicio de las entrañas fértiles, pero sin la concepción intencional. Siete, ocho, son los labios que buscan bailar con la lengua mientras descalzos los pies se enredan al linóleo, en el inconfundible ángulo perfecto, no importa si obtuso en las muñecas, o agudo entre las piernas, quizá siempre fue extendido, en el centro… como cuando te dije que estaría para siempre.
Viturbio.

3.21.2006


Creo en la resurrección de la carne, reconstitución de la estructura vertical, que circula como movimiento a través del perfume, que húmedo impregna el sentir. Creo en la amargura que conjuga el oscuro horizonte, que ensordece las manos para que sigan circulando como caricias. Creo, siento y me asfixio, en la agonía de tantas lágrimas, que sin embargo, limpian la pupila dilatada y la cristalizan. Siento, y aun así no le temo, a la sonrisa que en revés se posa eterna y cautiva sobre mis labios. Siento, y sigo respirando esta vida… Siento, y creo, en la belleza virgen que puede dar el esplendor del movimiento cursando los segundos. Siento… y es esto lo que más lastima, rasguña el vientre y lo esteriliza, sin embargo y sin piedad de la sangre, retorno al lecho del romance… siento… y esto duele tanto. Creo en la divina belleza, virgen naturaleza del ser, en el caramelo que mantiene vivos los labios, agudas palabras que se acurrucan en los tímpanos. En la resurrección de la carne, como en la verdad, en que el espíritu no perece, sólo se duerme, que no me pudriré a pesar del llanto en la saliva, que la carne sigue viva y la secuencia seguirá siendo eterna, al igual que el movimiento.

3.08.2006


Es de noche, los segundos recorren la oscuridad… Tanta cosa recorre los lugares por los que transite, tantas palabras que suenan en ecos que caen como gotas, lenta y dolorosamente, con suave melodía, pero lentamente… Los pasos, las palabras, las infinitas huellas en la piel, las palabras perfectas que se incorporan a los ventrículos, las mentiras que se acumulan en vómitos, contracciones estomacales, o ejercicio abdominal? Es tanta naturaleza infame o tanta infame naturaleza… Naturaleza viva! Por dementes muertos… demencia temprana, temprana mañana de Enero que maldijo y ensucio la verdad que pudrió sin vergüenza la caridad del espíritu, o que ni siquiera supo reconocerlo. No es poco la oscuridad, no es suficiente siquiera la luz, el poder encender la noche no es cuestión de oprimir, comprimir, perturbar, destrozar… no fue suficiente acaso? Qué mierda es suficiente? Qué tan difícil puede ser dar la cara y decir la verdad… no por supuesto que es más sencillo quedarse callado y quedar tan bien parado ¿o no?