Crisálida

Crisálida.

(Fot: Katarzyna Widmańska)

Palabras dentro el alfiletero...
Relieves para delimitar el final del colchón.


Y yacen placidos los cuerpos extasiados sin respiro.
Tiritan las piernas laxas, hiladas.
El gemido orgásmico afonisa la música.

Palabras dentro del alfiletero, relieves sobre el colchón.


Los doce lugares comunes del cuerpo... el cuerpo en transición.

Tierna y silenciosa nos iluna la sabana para promulgar la respiración.
Lugar común...
Lugar del deseo...


Cálido y eléctrico el segundo en erupción.

Aquel niño que fue ángel

Carita de angelito
Cuerpo de angelito
Manos de hombre, resecas y ansiosas.

Sonrisa de angelito
Besos de angelito
Pasos de hombre, cansados de tanto vivir.


Palabras de angelito
Mirada... aquella mirada de ángel eternamente cubierta de cristales la pupila.
Llanto de niño, desconsolado, profundo.

Cuerpo de angelito
Abrazo de angelito
Caderas de hombre... inquietas, estrechas.


Resplandeciente de angelito
Tu mirada en el reflejo inclinado sobre la fuente
Tan pronto realzas tu anatomía, el cuerpo te pesa, la vida te hizo llorar lo suficiente

Ya eres todo un hombre.

www.ciasiames.blogspot.com Un regalo visual...

La distancia entre el murmullo y una canción.
La sincronía entre los pasos y el vuelo.
Son sólo doscientas seis las melodías dentro del esqueleto, cuatro las manos… sólo dos las que ocupamos.
La belleza de las cosas, se concede en los eternos segundos que perdieron el reloj.


La distancia se agita entre nuestros pasos y el vuelo. Suavemente la melodía nos acaricia la piel mientras la belleza contempla cuan ligeros son nuestros latidos.

Elíptica la luz que compone los ojos, sin embargo… no nos deja ver más allá.
Como un círculo, la crisálida recorriendo los matices del la teoría del color.


(Fotografía: Katarzyna Widmańska)