Retiro mi cuerpo del tuyo, aquella sombra que se confundía entre el sudor y tus gemidos.
Dejo las madrugadas ansiosas, el frenético deseo por estar bajo mis piernas aún yo medio dormida.
Los delirios, la ansiedad, la premura, ese escalofrío que no dejaba los cuerpos estarse quietos.
Seguir enumerando, seguir preguntándome por qué, la verdad no hay un motivo, el asunto es mero romanticismo, sabrás entenderme, si entendías mi cuerpo a totalidad si mis entrañas las bebiste por completo, sabrás beber estas palabras.


Frente a ti, quieta, reiré y disfrutaré de nosotros.
Tras la esquina no rozaré tus huesos buscando el deseo.
Mientras nos sentamos uno junto al otro, no tocaré tu cuello con mis labios, sólo recordaré, cuando las milésimas desaparecían en el atar de caricias, besos, caricias, gemidos, la ropa que se desvanecía entre los dientes.
La humedad la calmaré mientras no sumerjas las manos en mi espalda.

Quise ser una mujer y jugar entre las sábanas, el tiempo se agotó.
Soy una chica romántica, lo sabes, tú también padeces el mismo mal, el asunto es que mi romanticismo lleva de la mano la divinidad, el tuyo el felino incansable, ambos sabemos que tras la puerta no hay camino.

Quiero, sí, quiero hundirme entre las sábanas, pero necesito amar, siempre supimos que no estaba permitido...
Error mi dulce amante, nos amamos, el asunto fue que no nos enamoramos, por cobardes, por adolorida el alma, por mi melancolía, por tu eterna deducción de los hechos, por la contemplación que no contemplamos, porque no me quité el abrigo, ni tú tu caparazón, de sabiduría.

Quiero, quisiera, pasear por la calle y reír, y abrasarte sin miedo, destemplar los oídos a gritos entre poesía, y juegos, sí mi bello amante, esta chica, juega ríe, llora la mayoría del tiempo, pero por sobre todo, quiere a quien le hace feliz y si las reglas no lo permiten así, quiero quererte sin deseo.
Pero libre de acción, libre el corazón, las manos sin atar.

Fot: Jéssica niño