4.15.2017

Te invito una copa,
a ti y tu hermosa piel color avellana, sé que no bebes, pero quizá podrías lamer de mi cuerpo el nectar que brota de tu proximidad.
Te invito a morderme, si mordeme con vehemencia, sin cordura, sólo por el placer de escucharme rogar y gemir, rogar y gemir cuantas veces lo quieras, porque sabes cuanto anhelo cada diente tuyo apretando y hundiendo las texturas que despiertas en mi piel, rosando, dibujando, llenándola de colores y de temperaturas que hacen hervir mis sentidos.
Te invito a beber a verter tus anhelos en mi cuerpo; a hacerlo la miel o la sal, la pimienta o el amargor que tu lengua desee acariciar.
Te invito, sin zapatos,  a caminar sobre la arena, a dibujar sobre ella desiertos ardientes o mares en calma, el silencio si así lo deseamos.
Sin ropa y sin embargo con los sentidos muy despiertos te invito a hacer de mi cuepo el festín a disfrutar y de los nuestros en complicidad, el líquido que esa copa pueda llenar.




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