12.14.2006

Cerezas.
La calle estaba cubierta de sangre en forma de challa,
las luces bélicas ardían en los contenedores, fuego entre mis pasos mis lágrimas, y ellas no caían de pena, si no por el sumo vapor lacrimógeno que inundaba el lugar.
Carne, el cadáver llenando de challa el basto territorio, las calles cantaban su adiós.
Caminar, los pasos temiendo por la vida, la muerte de aquel ser que mancho el corazón mineral.
Llenar el espíritu de challa, mar de alaridos extinguiéndose.
Partió mi noche entre lágrimas de fuego, que al caer al suelo se convertían en challa, mar océano inundando la tierra para hacerla fértil.
Una challa al despertar por la mañana se posaba en mi ombligo, caminé días enteros y el suelo continuaba alfombrado de ellas.
No soy nadie para desear la muerte, y la verdad si de mi boca las palabras se materializaran, desearía que aquel asesino nuca hubiese nacido y que la sangre dejara de ser la alfombra en que camina el alma de este país.

1 comentario:

dulceplacer dijo...

no! me niego a dejar palabras dulces al respecto...........que vuelvan los textos romanticos de este blog, adios a los acontecimientos del pais.